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Ser o no ser una Girl Boss... esa es la cuestión

  • Foto del escritor: Karen POP
    Karen POP
  • 31 mar 2019
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 19 jun 2019


En un mundo profesional sumamente competitivo y desigual, en el que las mujeres solo representamos el 31% en las direcciones empresariales en México, de acuerdo con información del 2017 del INEGI, la cuestión milenaria sigue latente ¿por qué las mujeres seguimos en la mismo techo de cristal?




Hace un par de años, cuando realizaba mi tesis de licenciatura, entrevisté a la directora de la agencia de noticias CIMAC, Lucia Lagunes. En la conversación fue imposible no preguntar cómo se mezclaba su vida personal con la profesional y si eso había sido un impedimento para escalar a en ese entonces su puesto directivo, la respuesta fue muy clara: el problema no es ser mamá, no es ser directora de un portal de noticias, es el machismo.


“Se cree que las mujeres son buenas para operar, recibir ordenes y hacer las tareas que se nos encomienda y no para dirigir esas tareas, no para mirar de manera estratégica. Y esto tiene que ver con la construcción de género, de desigualdad, el lugar que nos ha tocado históricamente a las mujeres y hombres” menciona Lucía Lagunes.


Hoy, vivimos en una década donde los roles de genero han dado pasos significativos hacia delante, pero también hacia atrás. Un estudio realizado en 2018 por Grant Thorton llamado, “Mujeres directivas: más allá de las políticas para lograr el progreso” expone como actualmente el 75% de las empresas tienen por lo menos una mujer en un puesto directivo. Técnicamente nos lleva a considerar un gran avance; sin embargo, y a pesar de los esfuerzos de organizaciones para implementar políticas y practicas que lleven hacia la igualdad de género, las empresas solo emplean a las mujeres como una fachada para evitar ser considerados “discriminatorios”, aminorando las “buenas prácticas de la inclusión, a solo buenas intenciones”, triste ¿no es así?


¿Y qué pasa con las emprendedoras? Podríamos pensar en el lema “si te cierran las puertas, construye las tuyas y ábrelas” pero lo cierto es que en México solo ocupamos el lugar 83 en emprendimiento de los 135 países estudiados en el reporte Brecha de Gérnero de la Worl Economic Forum ¿y esto a qué se debe? Aunque se escuche trillado, el prejuicio inconsciente de que las mujeres no podemos llevar cargos directivos o abrir un propio negocio hace que las oportunidades se reduzcan, y por ende las cifras sean minúsculas.


Y pese al desalentador panorama, hay que destacar que si bien hay mujeres exitosas en el mundo, estas son vistas como arrogantes, frívolas y de mal carácter. Es más, en el mundo del entretenimiento lo vemos todo el tiempo. Ejemplo Miranda Presley del “El diablo a la moda”, Sofía Amarouso de la serie “Girl Boss” o Jules Ostin “The Intern; todas exitosas mujeres, con un punto en contra: el amor. Ustedes podrían decirme ¿Karen, eso que tiene que ver? Y mi respuesta sería “todo que ver”. Hagamos un análisis de estos personajes. Las tres son emprendedoras, son mujeres con mucha determinación, pero todas sufren por amor, y de acuerdo a la lógica hollywoodense de estas películas, esto les sucede por anteponer su liderazgo empresarial que el de su familia o pareja, que nos lleva a pensar entonces, que el éxito profesional para las mujeres esta asociado con la soledad.


En cambio, si esta deja atrás sus propios objetivos laborales para estar con su familia o pareja, prejuiciosamente decimos que es una buena mujer, porque entonces esta anteponiendo su logro profesional por el antiquísimo puesto de género que nos sigue marcando “el hogar”. Y aunque no tiene nada de malo estar en el hogar o ser una Girl Boss, (si esa fue tu decisión por convicción y no por obligación social), el mundo empresarial cree todo lo contrario y eso hace que las mujeres siempre estemos entre las cuerdas, luchando por mejores oportunidades.


Yo por ejemplo, en 2014 inicie con este proyecto al que bautice como Vintage POP y pese a las dificultades de emprender, existe una chispa que hace seguir (y querer) creciendo. El mundo de los bazares me ha enseñado un montón de cosas. Ahora las compañeras son más profesionales en sus negociaciones, han implementado reglas de compra y venta cada vez mejor desarrolladas que ha permitido construir un trato justo, sororal y sobre todo de confianza entre clientas y vendedoras. Y esa energía hace querer seguir en este mundo en el que hemos construido alianzas, estrategias mercadológicas y un espacio que permite que mujeres con hijos, universitarias, con doble empleo o emprendedoras tengan la oportunidad de iniciar y mantener un negocio a su tiempo y forma. Yo inicie Vintage POP a la edad de 23 años por pasatiempo, y ahora con 28 años el pasatiempo se volvió mi segundo empleo, uno que amo y me apasiona hacer.


Ser una Girl Boss en México y en el mundo es un desafío que vale la pena emprender, porque aunque el panorama se escuche desalentador, es inspirador como todos los días hay más mujeres creando nuevos proyectos, modelos de negocio y participando en decisiones de alta valor empresarial. A todas ellas, mi más grande admiración ¿y saben por qué? Porque creyeron en ustedes y de ahí no se soltaron.


A todas esas emprendedoras y mujeres directivas que me leen, gracias por abrirnos una nueva oportunidad…




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